La Cumbre conserva inmutables las características que ha sostenido por más de 100 años dedicados en la actividad turística. Sus tradiciones reflejan la pasión de sus primeros inmigrantes: los ingleses, que llegaron con el ferrocarril.El golf fue el deporte que le dió marco durante los últimos 79 años; se sumarían con el tiempo actividades como el aladeltismo, parapente, montañismo entre otras modalidades que convocan a la adrenalina en la aventura.Recorrer La Cumbre significa maravillarse, apreciar junto a la verde serenidad del valle.Enlazando poblaciones vecinas hacia el Sur y hacia el Norte, con propuestas como el camino de los Artesanos. Aquí una docena de casas -talleres conforman la oferta de trabajos en bijouterie, maderas, cueros, y ropas entre otras especialidades.Y desde La Cumbre al Norte por Cruz Chica, Cruz Grande, Los Cocos, San Esteban y Capilla del Monte, un número similar de Artistas plásticos, pintores y ceramistas, han abierto sus talleres públicos.Cada lugar de La Cumbre, es un remanso de paz y belleza, solamente visitándolos se puede comprender la elección de vida, en esta región, de un bucolismo inconmovible y tan lejos del estrés de las ciudades.Con aromas de lavandas, con el silbo de la calandria o largas caminatas en cabalgatas durante la siesta otoñal, en La Cumbre se comparte el espíritu de aventura y placidez del infaltable "té a las cinco". No podía ser de otra manera, en un lugar imperturbable, casi al estilo inglés.
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